El mundo informático también es un sector lleno de anécdotas que  se multiplican cuando el operador no está en el puesto del usuario y tiene que conectarse en remoto y tomar el control para resolver cualquier problemática.

Conectar en remoto con un usuario genera ciertas situaciones: unas  hirientes, otras asombrosas y algunas hasta divertidas cuando el técnico tiene que convertirse en un Lazarillo guiando a un usuario que en la mayoría de las ocasiones va completamente ciego.

La torpeza del usuario cuando se encuentra con una incidencia informática suele ser lo común, no sé qué ocurre pero todos los que no somos duchos en la materia y nos guían desde el otro lado nos ponemos nerviosos, tanto que a veces ni escuchamos las ordenes ni las preguntas.

El usuario se siente como en Atrapa un millón a punto de colocar el fajo de billetes en el lugar donde lo perderá todo y el técnico (menos mal que no vemos su cara) porque debe de sudar más que si estuviera en un Hamman turco.

Es muy común que cuando la intervención es en remoto el usuario que está  al otro lado, al no ser visto, se ausenta de su puesto con la pericia de un Houdini  y cuando el técnico está  en un momento clave de la resolución y necesita de su  ayuda no hay nadie al otro lado. ¿Hola? Una soledad mayor que la de Marco el día de la madre.

Además del escapismo hay otras situaciones que se dan al teléfono y que generan sensaciones incómodas. Por ejemplo, en aquellas intervenciones duraderas que tanto el técnico como el cliente están en silencio, uno porque necesita concentrase en cada paso y el otro esperando a ver qué ocurre. Un silencio incómodo de esos en los que dan ganas de soltar un “Piedra, papel o tijera”.

A veces no hay silencio, porque el cliente no repara en activar el mute y entonces puedes oir alusiones al propio técnico o sobre la torpeza del propio usuario que confiesa que está más perdido que Wally en un partido del Atleti.

Y es que los técnicos tienen que lidiar con ese modo obtuso y conseguir llevarse a su terreno al usuario en el menor tiempo posible. A veces es como una gymkana, una como la de Humor Amarillo con un usuario tipo chino Kudeiro siguiendo las indicaciones para sortear los obstáculos como puede pero sin enterarse  mucho de qué va la vaina que le indica el operador.

Luego hay un tipo de  usuario  más osado  y proactivo que decide coger el control del escritorio sin pedir permiso, ese momento convierte la intervención en un partido de tenis donde cada uno va tomando el control según va pudiendo, un tira y afloja que a veces se hace insostenible para el  técnico que debe pensar para sus adentros “pá qué tocas alma de cántaro”.

Pero existen situaciones aún más estresantes que requieren de una gran concentración del técnico y una gran atención del usuario, por ejemplo, aquellas intervenciones en las que un equipo tiene que conectar a otro equipo en remoto y este a otro y así sucesivamente. Que uno ya no sabe ni a qué equipo conectarse. Es como ir  pasándose pantallas del Super Mario sin saber cuándo te pondrá Game Over.

Para ser benévolos también hay usuarios aplicados que agilizan el trabajo del operador, como esos empollones primeros de la clase que están muy atentos a todas las indicaciones  del profesor y que hacen los deberes antes de tiempo .De esos hay menos pero “haberlos haylos”, son como los gamusinos que parece que no existen pero están ahí en algún bosque perdido(o eso decía mi abuelo).

Esos usuarios facilitan el trabajo técnico pero siendo realistas dan mucho menos juego y no sacan tantas sonrisas.

Seguro que eres técnico y estás leyendo este post deseando compartir con nosotros tus aventuras y anécdotas  informáticas. Este es tu post. ¿Te animas?

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